A veces el
rumor de la nostalgia le subía desde los pies hasta la frente. Y desde las
orejas hasta el ombligo algo ardiente le iba corriendo bajo la piel hasta que
le brotaba un sudor tibio que en lugar de aliviarla la ponía al borde de
un ataque de llanto. Todo eso empezó a pasarle cuando un hombre que era dos al
mismo tiempo desapareció de su vera como de pronto amaina un temporal.
_ Eso es la
menopausia- le dijo su hermana tras oírla describir aquella sensación de
angustia repentina-. No tiene nada que ver con la pérdida del animal
esquizofrénico que se te fue. Por drástica que te parezca la pérdida de un
marido, nunca devasta como la pérdida del estradiol.
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